En un juego tan colectivo como el baloncesto, esta es la única situación del partido en la que el jugador se enfrenta él solo al éxito o al fracaso. No depende del buen hacer defensivo del rival para desbaratarle su intentona, ni del trabajo en equipo de sus compañeros para lograr el objetivo.
Y resulta que la clave no está en el talento propio o la habilidad, sino en la confianza y la concentración.
Yo he tirado mucho tiros libres en mi vida y encesté muchos más que los que fallé. Ahora que hace más de un año que no juego sigo enfrentándome al aro muchas veces en el día a día y fallo más de lo que debiera. Cuestión de confianza.
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