martes, 11 de enero de 2011

La Seño


Para los educadores de vocación y sentimiento, para los que alumbran, o al menos intentan alumbrar caminos que, en muchos casos se ensombrecen cuando vuelven a casa, para los artistas, para los misioneros de un barrio, para los que se queman por un ideal, por unos principios, para los que siguen sembrando sabiendo que no verán nunca el fruto maduro y aun así llevan la alegría, la sonrisa el trabajo y el deber por bandera.
A todos esos que se vienen a la cabeza, maestros de vocación y devoción por la tarea encomendada. Para ellos mi admiración y agradecimiento.
Por otro lado, todos conocemos a maestros por accidente, al funcionario vocacional, que cuanto menos haga mejor y que cuanto antes se pueda ir y más bajas se coja mejor. 
Para ese mi censura y un mojón de envergadura.

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