miércoles, 12 de enero de 2011

Besos I: los tiernos


Quizá de los más bellos que se pueden dar. Esos besos que te impulsan a darlos la ternura de lo que estás viendo. Por ejemplo, la visión de un niño que balbucea unas palabras, la de una niña que te sonríe ante una mueca simplona. Por qué los pequeños seres humanos nos inspiran ese sentimiento y nos crean el impulso de demostrarles ese amor, aunque a ellos les de igual? Será porque nos inspira su indefensión, su inocencia que nos recuerda lo que nosotros ya perdimos?
No lo sé, la verdad, pero lo cierto es que, el que nunca ha sentido el deseo de besar a un niño con ternura, no es de la especie de seres humanos a la que yo pertenezco y, sinceramente, le compadezco.

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