Es curioso pensar cuánto llevará este dolmen erguido en el mismo lugar, cuánto ha pasado a su alrededor y ahí sigue, aportándonos la belleza de lo simple, lo primitivo, de lo primero que el hombre fue capaz de transformar a partir de la naturaleza puesta a sus piés.
Ahí sigue, intemporal, con lo poco que duran en pie las obras del hombre de hoy en día. Quizá tenían mejores aquitectos o contratas, no lo sé.
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