El baile es una de las más importantes expresiones que tiene el tango. Es innegable su belleza visual, ilustra el espíritu que la música transmite.
El tango no es un baile que pueda realizarse de forma individual, tiene a la pareja como unidad básica e indivisible. La mujer seduce y el hombre conduce. Es el hombre el que cobija a la mujer y la sostiene, la dama se desenvuelve en todo el baile bajo el amparo del mismo, rompiendo el equilibrio para recostarse sobre su pecho. La actitud de entrega de la mujer la deja en una posición de dependencia y el que manda es el hombre: él decide cuándo, dónde y con qué velocidad se generan los movimientos.
La tarea de la mujer no es, sin embargo, menos importante: ella debe acompañar la propuesta e interpretar a su compañero en un juego de seducción donde la fragilidad y delicadeza de su desempeño tienen un papel preponderante. Esta relación es la base del tango.
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