domingo, 9 de septiembre de 2012

Contemplando Sobrarbe desde Aínsa





Asomarse a cualquiera de los miradores que tiene en sus murallas la villa de Ainsa, seguramente no te deje con la boca abierta. Es mucho más bello el balcón que la vista del valle, que no es que sea fea, pero adentrarse en esta pequeña población, situada estratégicamente entre Pirineos franceses y oscenses es un placer que, ni los 40 ºC que castigaban sus piedras pudieron evitar que disfrutase.


Si no fuera por la vestimenta y la tecnología que nos esclaviza en manos y bolsillos, parece que uno se traslada a otra época, otro siglo de nuestra historia cuando quizá la gente se moría de hambre incluso más, pero nuestro pais pintaba algo más en el mapa.


El olor a gastronomía tradicional, los vinos y dulces inundan la atmósfera de las callejuelas con lugares acogedores y llenos de esencia medieval. Sin olvidar lugares para el disfrute de  los artistas y los oficios más rudimentarios. 
Un bello castillo, iglesias, conventos y claustros salpican este casco histórico, en el mayor y mejor sentido de la palabra, pero me quedo sin lugar a dudas con sus calles. 
Vale mucho la pena ir a conocerlo.





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