A poco más de un par de semanas de la primera escala de las fiestas navideñas, por las calles ya percibe el nerviosismo consumista.
Es tiempo de mirar lo que hay al otro lado del escaparate, de encapricharse, de ilusionarse, de preguntar, de desechar ideas, a veces por caras (no está "la cosa" pa tirar cohetes), a veces porque nos gusta dejarlo todo para el final. En definitiva, ya es tiempo de la navidad de hoy en día, a veces bonita, pero no bien entendida del todo.
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