Los nostálgicos de la primavera, los que añoran esa época tan evocadora, tan cantada y recitada, siempre al representarla con una flor, recurren al azahar o al jazmín. Yo particularmente prefiero asociarla a la flor de almendro. Si, es cierto que se trata popularmente de la flor de invierno.
Quizá esconda que me apasiona un paisaje invernal más que uno cálido y brillante. Aunque creo que la realidad es que soy un verdadero amante de las vísperas, de lo que está por llegar. Disfruto mucho más con una noche de Reyes o una Nochebuena que sus mañanas, con los prolegómenos de un evento deportivo o preparando un bonito viaje que con el desarrollo del mismo, soy más feliz una Cuaresma que una Semana Santa o estoy más contento un jueves por la tarde que un domingo por la mañana.
Disfruto con la ilusión de lo que está por llegar, a veces, incluso más que con el hecho en sí. Y eso me evocan los almendros, con momentos que mitiguen mi frío (que por otro lado me encanta), anticipando en mi mente el nacimiento de una nueva estación, la más esperanzadora de las 4, la más evocadora, la más cantada.
Por eso, los versos de mi admirado Antonio García Barbeito
Parece que es la hora, y no es la hora.
Parece que está todo... y algo falta.
Parece que la alcanzo y es más alta.
Parece que se acerca, y se evapora.
Parece que amanece, y es la aurora.
Parece que es su voz, me sobresalta,
y siento que algo huye, algo salta
como una luz esquiva y brincadora.
Pero sigo esperando, que a mi modo,
en ese hueco de esperarla, todo
me sabe a la alegría del reencuentro.
Qué profundo, por favor!!! Me ha encantado esta entrada y gracias por darme a conocer esos versos.
ResponderEliminarUn beso,
María J.
A veces el objetivo es el camino que conduce a él.
ResponderEliminarEsta poesía parece hecha para tu entrada. Me gusta.