martes, 22 de febrero de 2011

Bajo Tu protección


¿Existen los flechazos de amor? Pues yo creo que si, aunque algunos que no han tenido la fortuna de enamorarse en la vida y de que ese amor sea verdadero y perdurable, pensarán que es un mito o una bobada cursi.
Yo tengo la teoría de que también existen otros flechazos, como los que te pueden alcanzar desde la ternura e inocencia de un niño, la bondad e indefensión de un anciano o la belleza y evocación que te desprenda un lugar maravilloso o una imagen u obra de arte. Generalmente, todos ellos también alcanzan al corazón, te lo hacen estremecer y es que existen múltiples formas en que el amor se representa, como la fe por ejemplo, que es otra forma de amor, aunque mucho más irracional para algunos.
Ayer conocí a una persona que me hizo sentir uno de esos "otros flechazos" fuera del tópico del enamoramiento de una pareja. Era una mujer, si, una mujer que transmitía paz y sosiego con solo cruzar unas palabras con ella. Hacía pocas horas que había perdido para siempre de su lado a la persona con la que convivió durante más de 40 años sembrando, entre otras cosas, 4 bellas flores distintas entre si, pero delicadas y sensibles para culminar cualquier jardín donde lucieran y, de hecho, lucen. Seguramente compartirían muchas alegrías y sinsabores en ese camino tan largo que recorrieron juntos y que ahora le parecerá un suspiro.
Pues esa mujer, esa señora de los pies a la cabeza, me agarró los brazos y me agradeció mi presencia allí, siendo la primera vez que me veía. Me expresó en muy pocas palabras las extrañas sensaciones que estaba experimentando en esas cuantas horas que transcurrían desde la noche antes, donde su vida pegó un giro inesperado. La entereza, la emoción contenida y ese saber estar que mostraba me hicieron sobrecogerme, no sé si más que la amable dulzura y el calor que me transmitió desde su brazos hacia los míos.
No creo que sea fácil de entender desde fuera lo que me pasó, pero es que los flechazos, ¿quién los entiende?
Espero de todo corazón que cese la amargura interior que sé que tiene, y se fortalezca para que siga siendo esa referencia de una saga femenina, a la que necesita ahora más que nunca, y que, a su vez,  necesita de ella.
Confío en que esas manos de madera gastada por las plegarias de tantos fieles durante décadas, en las que ella tiene tanta fe, le ayuden a levantarse y la protejan por muchos años.


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