Hoy culmina el año del bicentenario oficialmente con la celebración del 201 cumpleaños de aquella primera Constitución. Creo que es la hora de pensar que nos ha supuesto finalmente para la ciudad de Cádiz.
Realmente el hito del bicentenario supuso un objetivo en el horizonte de la ciudad, una excusa como otra cualquiera para hacer memoria histórica que, como siempre está idealizada y politizada, pero que comprometió a las diferentes administraciones en fuertes inversiones. Eso si, no se contaban con las vacas flacas que se avecinaban y que ha hecho que esa apuesta económica en la ciudad quedara bastante mermada, que los fastos previstos para la efemérides fueran finalmente bastante decepcionantes, teóricamente por falta de fondos.
El balance con más sombras que luces. Una bonita regata de embarcaciones es lo que más puede agradecer la ciudad y sus comerciantes. Lo demás, actos oficiales y visitas reales que poco suponen para el gaditano de a pie, exceptuando ese valor intangible que el sonido del nombre de Cádiz en telediarios, como si no supiésemos ya que el ciudadano de español solo ve los deportes de los informativos. Hubiera sido más rentable emitir una serie ambientada en la época y dejarnos de peloteos a jefes de estado de dudosa catadura moral. La cultura, un quiero y no puedo, no elevando el nivel paupérrimo de cada año.
Eso si, reformas importantes en diferentes plazas, algunas han quedado muy bonitas por cielo, menos plazas de aparcamiento en cada reforma, y un monumento doble que es doblemente feo y ridículo.
Ya digo, más sombras que luces y lo que es peor, ningún objetivo a la vista en la ciudad. Esperar el carnaval cada año pa que se nos meen encima.
201 años y seguimos casi igual
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