Hay un amigo en mi

"Amigos son aquellos extraños seres que nos preguntan como estamos y se esperan a escuchar la contestación".

Si, dice bien el proverbio, son extraños. En nuestra moderna sociedad nos gusta desvirtuar ciertos significados y el de la palabra amigo es uno de ellos. Qué pronto se hace uno amigo de cualquiera por un rato de risas, por una conversación agradable en una velada divertida, por una coincidencia en un lugar en el que no nos queremos sentir solos. Eso no son amigos realmente. De esos podemos buscarnos unos pocos en cualquier momento.

La amistad no es un buen rato en una cena, ni un compañero de oficina que me cae bien, ni un vecino de urbanización que cubra mis necesidades relacionales a cambio de la soledad, o una pareja de padres que tiene un niño de la edad del mío y que me es útil para que jueguen ellos y para jugar a las parejitas nosotros, ni unos recién casados españoles con los que coincides en tu viaje de novios en Tailandia y que son muy simpáticos. Esto son sólo sinergías sociales. Nos conviene para librarnos del niño, para no sentirnos desplazados, para salvar nuestra soledad de vida periferica y acomadada o forzar algo en nuestra agenda porque con nuestra pareja nos aburrimos ya desde la luna de miel. Eso es más conveniencia que amistad.

Un amigo te duele, te peleas y te preocupan sus problemas. De esos, la mayoría tiene muy pocos si alguna vez los ha tenido realmente. 

Me siento afortunado en ese aspecto y si estuviese demasiado lejos de todos ellos alguna vez, no digo que descubra nuevas personas que merezcan ser llamadas "amigos míos", pero con mi pareja y mis hijos me bastan para vivir sin recurrir a parches que cubran otras necesidades. Por fortuna, casi todas mis amistades están cerca, y las siento junto a mi familia y a mi y yo espero ser digno de ellos. Son 4 o 5 a los que le doy esa vategoría,  no más.

"El amigo ha de ser como la sangre, que acude luego a la herida sin esperar a que le llamen"