domingo, 18 de noviembre de 2012

La llama de la libertad


Llevamos un año lleno de conmemoraciones, de recuerdos idealizados de una época en la que se colocó una semilla para las sociedades libres y democráticas.
Obviamente, no sería todo tan binito como nos lo pintan aunque es evidente que fue un hito importante, una semilla o un precedente en la creación de sociedades más justas en occidente. ¿Y debemos celebrar este bicentenario?

Quizá sea de justicia conmemorarlo, pero es un fracaso evidente que la evolución de nuestra civilización se ha quedado en el camino en muchas cosas. No somos libres, ni nuestros derechos fundamentales, escritos en un libro, pero no materializados en nuestro mundo real.
Todos somos esclavos de sistemas injustos, de mercados, de inversores, de políticos corruptos y de medios vendidos al mejor postor.
El ejemplo, la cumbre de este fin de semana en mi ciudad, con lo más granado de los mandatarios vividores y ajenos a nuestra realidad, pero mantenidos por nosotros y nuestros prójimos.
Quizá sea mejor idealizar a los gestores de esa "Pepa" que, al menos hicieron un giro contra el camino fácil imperante de la época buscando algo más justo. Hoy eso es una quimera.

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