Quiero reivindicar, sin embargo, el derecho a que todos los niños tengan acceso a una alimentación digna y adecuada. Y para eso, lo mejor es mirarnos a los que sí tenemos posibilidad de comer algo cada día y reivindicar un poco de conciencia por nuestra parte.
Apelar a nuestra integridad, a nuestra responsabilidad de dar de comer a nuestros hijos alimentos que merezcan la pena, sanos, tradicionales, de toda la vida, cocinados. Ya está bien de tirar comida a la basura, de consentir a niños malcriados por nosotros a que dejen el plato casi lleno y les después les compensemos con una mierda de chucherias (me niego a decir la estúpida palabra snop "chuches"), a que los incitemos a que les guste la comida rápida, la bollería basura y nos creamos que por darles unos zumitos de cartón le estamos dando jugos sanos,sin haber pasado nunca por una frutería. Nos debería dar vergüenza de arropar y fomentar a unos niños delicados frente a los que claudicamos al primer "no me gusta" con dos añitos, dejando que coman bazofia a la carta.
En fin, deberíamos ser responsables de nuestras acciones, por el bien de nuestros hijos y por algo de conciencia con lo que sufren otros niños en el mundo.
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