Sentarse en uno de los embarcaderos para las góndolas a contemplar el atardecer veneciano es una de las maravillas que esta ciudad tan encantadora y sorprendente nos puede ofrecer. Es un momento único para deleitarse viendo como las iglesias y edificios señoriales se tornan naranjas y se impacientan a la espera de que caiga la noche más romántica que uno puede descubrir en la Europa occidental.
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