Además de unos buenos padres, qué hermosa es esa figura de la hermana mayor.
Esa niña que se auto hace mujercita para, en ausencia de los progenitores o como refuerzo de éstos, adoptar el rol maternal y responsable de proteger, mimar, regañar y cuidar de los suyos. De esos más enanos e inocentes aun que ella y que la hacen crecer más aprisa, madurando a una velocidad de vértigo que avejenta a los que les dieron la vida.
Afortunados los 3, afortunados los 5.
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