jueves, 17 de enero de 2013

Dios los cría...



Salvo honrrosas excepciones, propias de la ceguera que el amor o el enamoramiento produce, nos solemos buscar los unos a los otros con bastantes coincidencias, o ¿quizá nos mimetizamos?

Mi experiencia es que el "dime con quien andas y te diré quien eres se suele cumplir en casi todos los casos". 
Existen parejas de semejantes que tienden a fundirse en un pensamiento y una manera de actuar única, a veces como seres bondadosos, otras como dúo de costumbres y modos de vida extraños y en otras, uniones por el egoísmo, el mal o el veneno. 
Es el caso de esta pareja de sapos cuya piel es venenosa para el resto de criaturas, menos al contacto entre ellos.
A esos, hay que tenerlos lejos, aunque te pretendan conquistar con gestos tiernos pero evidentemente falsos y embaucadores.

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