miércoles, 6 de abril de 2011

El diálogo



A veces me pregunto cuántos diálogos será capaz de atendernos.
Me alucina cuántos anónimos abren su corazón a una advocación, reflexionan y ponen a flor de piel todo lo que encierran y que, sin embargo, no son capaces de compartir con nadie terrenal, de carne y  hueso.
Es incalculable el valor de los secretos que se guardan tras la reja, la cantidad de miserias confesadas, de plegarias y de agradecimientos que al otro lado se atesoran y que nadie puede perpetrar.
Algunos pensarán que solo se recibe un silencio vacío a cambio. Nada más lejos de la realidad. Se reciben un cúmulo de sensaciones, imperceptibles para el que no tiene la fortuna de creer que pueden sentirse, que llenan y dan más respuestas que centenares de libros y que consuelan más que cualquier consejero o terapeuta. Pero sobre todo, tener la sensación de que te escuchan.

2 comentarios:

  1. A veces pienso que la fe no vale para nada, pero luego me sorprendo pidiendo perdón y rezando para que nunca nos abandone.... ¿Quién lo entiende?

    Un saludo.

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  2. El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz.
    Madre Teresa de Calcuta.

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