Una plaza, una multitud de personas que circulan de un lado a otro y, de pronto, un suceso que se sale de lo habitual y de manera más o menos disimulada centenares de indiscretas miradas se centran en los protagonistas de la escena.
Después nos preguntamos cómo es posible que los programas denominados "reality" tengan un inexplicable éxito. ¿Por qué nos gusta tanto mirar y saber lo que les pasa a los demás?. Ese morbo de mirar tras el cristal o protegido por la distancia, sabiendo que no nos pillan o que nos dejan hacerlo. Eso si, que nadie transgrada nuestra intimidad, entonces nos molesta, que el extravagante del que nos burlamos y espiamos de reojo se nos acerque, vereis lo pronto que salimos corriendo.
Vergüenza e hipocresía.
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