viernes, 19 de septiembre de 2014

Escocia dijo no


Escocia dijo no, bueno, una mayoría dijo que no. Sin entrar a desgranar por qué votaron unos una cosa y los otros lo contrario, una cosa quedó clara: dieron una lección.
Sobre todo si lo comparamos con el vergonzoso ambiente social que tenemos en España. Los casos son muy diferentes, aunque algunos interesados intenten sacar paralelismos.
Comparar a sus políticos con los nuestros da que pensar y si comparamos la sociedad en general de un lado y otro, lo que hace es sonrojar.

Allí, en el Reino Británico, se propone, se discute, se convence, se seduce y se respeta. En el Reino español se criminaliza, se manipula la historia, se impone, se desobedece, se insulta, se ofende, se menosprecia. Más allá pensaron en separarse para hacer las cosas a su manera y se les convenció que era mejor mantener la relación, acá se censuró, se manipuló y se generó un odio mutuo que hace ya muy difícil arreglar esto. 
Hay quien echa la culpa a nuestros políticos. Quizá la culpa sea de nuestra sociedad, de la que nuestros políticos son sólo un reflejo, sepultada en una subcultura casposa y futbolera que necesita tener enemigos y a la que es fácil manipular, pero siempre para ir en contra de tu vecino.
Así nos fue, nos va y por desgracia nos seguirá yendo.
Mientras Escocia, que nunca temió por su cultura, seguirá luciendo con todo su esplendor, reforzada ante el mundo como nación responsable, sensata y civilizada, unida a otras tres, y no por ellos menos que ninguna y sí más bella que la mayoría. Lo hubiera sido igualmente si hubiera dicho sí.



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