En esta época del año, cuando los días empiezan a acortarse y comienza la rutina de una nueva temporada o curso, empiezan a salir a flote las "depres" o el bajón postvacacional, como llaman algunos.
" ...los psicólogos señalan dos datos positivos a todo esto. El primero es que las depresiones son cosas de ricos. Puede sonar cínico, pero es la pura verdad. Y es que la naturaleza humana es tan sabia que solo se permite estar de bajón cuando todo va bien. En efecto, cuando vienen mal dadas, cuando hay un problema serio de verdad, no hay neura que valga, como no hay depresiones entre quienes luchan por sobrevivir o dar de comer a sus hijos. Sin embargo, sin llegar a situaciones tan extremas, existe otro mecanismo extraordinario que solo se activa en tiempos difíciles, lo llaman ‘resiliencia’. La palabra viene del latín, quiere decir ‘rebotar’ y habla de la capacidad del ser humano para sobreponerse a la adversidad y salir adelante. En tiempo de vacas gordas, la resiliencia solo la conocen personas que tienen un drama en su vida: un gran revés económico, una muerte cercana y muy dolorosa... En cambio, el resto de nosotros, a los que no nos ha tocado sufrir, seguimos ahogándonos en nuestro minúsculo y particular vasito de agua, angustiados porque nos ha salido una nueva arruga o porque solo tenemos 200 amigos en Facebook.
No creo que la situación que nos espera este otoño sea apocalíptica, pero tampoco va a ser un picnic, de modo que me alegra saber que tenemos a mano esa útil herramienta de la resiliencia. Modestamente, puedo decir que en épocas especialmente difíciles de mi vida se ha activado este singular mecanismo y lo que se siente es, sobre todo, una gran lucidez y una gran tranquilidad. Lucidez que le hace a uno ver la realidad en su justa dimensión, sin exageraciones, sin dramatismos, sin histerismos propios de niños ricos y malcriados. Y tranquilidad de saber, curiosamente, que uno es mucho más fuerte de lo que jamás pudo imaginar en las épocas doradas. Porque otra cosa que se descubre en estos casos es que el ser humano está más programado para la adversidad que para la bonanza. Así debe ser porque, si hemos logrado todo lo que hemos logrado hasta ahora, desde luego no es por cómo somos en los tiempos tontos y ricachones, sino gracias a cómo se resiste y ‘rebota’ en los malos tiempos." (Carmen Posadas)
No creo que la situación que nos espera este otoño sea apocalíptica, pero tampoco va a ser un picnic, de modo que me alegra saber que tenemos a mano esa útil herramienta de la resiliencia. Modestamente, puedo decir que en épocas especialmente difíciles de mi vida se ha activado este singular mecanismo y lo que se siente es, sobre todo, una gran lucidez y una gran tranquilidad. Lucidez que le hace a uno ver la realidad en su justa dimensión, sin exageraciones, sin dramatismos, sin histerismos propios de niños ricos y malcriados. Y tranquilidad de saber, curiosamente, que uno es mucho más fuerte de lo que jamás pudo imaginar en las épocas doradas. Porque otra cosa que se descubre en estos casos es que el ser humano está más programado para la adversidad que para la bonanza. Así debe ser porque, si hemos logrado todo lo que hemos logrado hasta ahora, desde luego no es por cómo somos en los tiempos tontos y ricachones, sino gracias a cómo se resiste y ‘rebota’ en los malos tiempos." (Carmen Posadas)
Nada en la vida sucede como uno desearía idealmente y luego resulta que lo sucedido adquiere sentido por sí mismo y es perfectamente válido para salir adelante.
Así por qué ser tan débiles y esconderse en nebulosas artificiales para negar la realidad, si es esa realiadad tiene cosas maravillosas que disfrutar y un millón de ilusiones que alcanzar.
Ya ves, que verdad más grande se me había escapado, nunca he pensado en la depre como cosa de acomodados pero es la realidad.
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