Cuentan que hace más de 2000 años, sólo unos pocos ayudaron a bajar de su cruz al mártir, ya muerto y torturado. Cuentan que algunos de sus seguidores le traicionaron, le abandonaron y lo entregaron.
Muchos de los que lo continúan siguiendo hoy en día hacen lo mismo que hace 20 siglos y no aprendieron nada de lo que Él nos enseñó.
Poco nos importan a muchos de los cristianos de golpe de pecho, que sigan cayendo mártires en las cruces de hoy, que tienen forma de alambradas y cuchillas. Algunas las querrían incluso más altas o más afiladas.
¿Cuántos de éstos saldrán descalzos esta Semana Santa como penitencia por su fe en Jesús pero serían incapaces de socorrer a un moro o un negro? ¿Cuántos no faltarán a la procesión, ni a los Oficios pero cambian de canal ante las tragedias de un mundo que es el mismo que el nuestro?
Jesús predicó el amor. Nosotros nos llamamos seguidores pero sólo predicamos, con nuestros actos, el desprecio y la superficialidad. No se puede adorar al crucificado y golpear a la vez al que cuelga de la valla,
Igual que hace 20 siglos, sólo unos pocos ayudan y atienden a los que están en lo alto de su cruz.
Ayudemos a los mártires aunque sólo sea a que bajen de la alambrada. Demos algo de testimonio cristiano, o al menos humano.
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